3. La vida íntima de las moléculas

El Nobel de Química de este año premió a varios investigadores impulsores de una técnica, la criomicroscopía electrónica, que permite congelar moléculas en el acto, como si se tratara de una «photo-finish». 


Esto permite comprender cómo es la estructura de moléculas, como proteínas, y entender cómo interaccionan unas con otras, lo que resulta fundamental para estudiar el funcionamiento de las células o para diseñar nuevos remedios contra enfermedades, entre muchas otras cosas. Los investigadores desarrollaron una técnica para congelar con etanol líquido muestras de moléculas, por las que luego se hacen pasar haces de electrones. Después, sistemas de procesamiento informático analizan la información y componen una imagen tridimensional de la molécula estudiada. Gracias a esto, los investigadores tienen ahora acceso a la estructura real de moléculas fundamentales para la bioquímica y la genética con una resolución y un nivel de detalle sin precedentes. Así, se ha observado cómo funciona la maquinaria que repara el ADN, cómo se forman fibras que originan la enfermedad de Alzhéimer o cómo actúan las «tijeras» moleculares que se usan en las técnicas de edición genética (CRISPR).

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